lunes, 5 de marzo de 2012


Cristina F. Pereda Washington 4 MAR 2012 EL PAÍS

Una decisión judicial ha obligado al Gobierno de la ciudad de Nueva York a publicar la clasificación de los más de 18.000 docentes de las escuelas públicas después de una batalla legal entre el sindicato de profesores de la ciudad y los medios de comunicación locales, que reclamaron la publicación de las evaluaciones.
La publicación final de las listas, en las que el nombre y apellidos de cada profesor van acompañados de su nota y el colegio en el que trabajan, ha desatado un importante conflicto. El sindicato, que lidera a aquellos en contra de la publicación, alega que se está juzgando a profesionales de la educación mediante un sistema imperfecto. Los defensores de este gesto valoran la transparencia de la Administración y agradecen que padres y alumnos tengan una nueva herramienta para evaluar la efectividad de los profesores.
La revelación de los datos, disponibles desde el viernes en las páginas de varios medios de comunicación, como el diario The New York Times, se produce en un momento de un intenso debate sobre la calidad de la educación pública en Estados Unidos, la eficacia de los sistemas oficiales para evaluar la aptitud de los profesores y los mecanismos para determinar si estos merecen continuar en su puesto después del repetido fracaso escolar de sus alumnos.
El sistema informático empleado por las escuelas públicas locales clasifica a más de 18.000 profesores en función de las notas obtenidas por los alumnos en dos exámenes realizados a final de curso. Uno de ellos determina el nivel en matemáticas y el otro, en comprensión de lectura. El sistema establece qué nota se espera que vaya a obtener el estudiante y, si la supera, el profesor obtiene una calificación positiva o muy positiva. Si el alumno no alcanza las previsiones, el profesor ve devaluada su valoración. El Sindicato de Profesores de Nueva York reaccionó a la publicación de las listas con un anuncio a página completa en los mismos periódicos que revelaron los datos. El mensaje —“¡Esta no es manera de evaluar a un profesor !”— va acompañado de una carta en la que el presidente del sindicato, Michael Mulgrew, argumenta que el método de clasificación es “erróneo y poco fiable”. Según explica el diario The New York Times, el sistema ignora si un alumno se cambia de clase a final de curso, el número de estudiantes a cargo de un mismo profesor, si este es bilingüe e, incluso, si ha estado de baja.
La herramienta fue creada hace varios años por la Concejalía de Educación de Nueva York para determinar los rangos salariales de los profesores, si obtenían una plaza fija o eran despedidos. El alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, también ha defendido este método en su reforma del sistema público y mantiene la amenaza de cerrar hasta 33 centros escolares por falta de calidad.
El pasado mes de agosto, varios medios de comunicación denunciaron al Gobierno de la ciudad reclamando la revelación de las listas, que siempre habían estado limitadas para uso interno. El juez acabó dando la razón a los medios y Nueva York se convirtió en la segunda ciudad de Estados Unidos con una clasificación de profesores, después de que Los Ángeles tomara una decisión similar en 2010. El secretario de Educación Arne Duncan celebró entonces la medida, alegando que el silencio en torno a la calidad del profesorado “no es una opción”.
El presidente Barack Obama presentó en 2009 un plan para reformar el sistema de educación, imponer nuevas evaluaciones a los profesores, equiparar los salarios con la calidad de su trabajo y premiar a aquellas escuelas con los mejores resultados. El secretario de Educación, además, ha amenazado al Gobierno de Nueva York con la retirada de 700 millones de dólares (520 millones de euros) en ayudas públicas a las escuelas si las autoridades y el Sindicato de Profesores no alcanzan un acuerdo antes del próximo mes de enero e imponen el control de calidad de los profesores que recomienda la Casa Blanca.

Esto nos suena. Aquí se llamó Plan de Calidad (tumbado una y otra vez por los tribunales). La milonga de incentivar con billetes para reducir el fracaso escolar. La Consejería también planteó el curso pasado la clasificación del profesorado en función de los resultados y la productividad (ese neolenguaje tan nocivo). 

Los ataques a  la educación pública (a la vez que se potencia la concertada y la privada) los estamos viendo día sí, día también. La amenaza de cierre de colegios y despido de profesores es ya una realidad.

No sólo nos llegaron los superhéroes y la comida basura. Esto de la clasificación/descalificación ya llegó. Solamente falta publicar nombres y apellidos en prensa. La inspección maneja estos listados hace tiempo y hay muchas  presiones para que se regalen los aprobados y universalizar el éxito escolar



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